7 Dec 2005 | 4:57 pm | Autor: Roc Fages
A partir de un intersante post de Alberto Ortiz en el que cuestiona la solidaridad territorial, i argumenta su posicionamiento de forma muy adecuada, yo, simplemente, me remito a dos declaraciones públicas y publicadas de representantes del Gobierno español.
Recientemente, el Comisario de Asuntos Económicos en la Unión Europea (UE), Joaquín Almunia, decía abiertamente ante miembros de la sección española de la Liga Europea de Cooperación Económica (LECE) que España deberá pasar a ser o sí o sí contribuyente neta de la UE. Además, afirmaba que el gobierno no le puede pedir más de lo que se le ha ofrecido para que el fin de los fondos de cohesión se haga gradualmente en el periodo 2007-2013, ya que España, en ese momento, ya superará la media del PIB per cápita de la Unión.
Pero, le mejor perla, es la que dijo ante directivos de la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos (CEDE), el secretario de Estado para la UE, Alberto Navarro, al afirmar que, y así se titula el artículo, "No creo en la España del subsidio, por lo que España debe pasar a ser un contribuyente neto de la UE en 2013".
La cosa se pone interesante. Es inevitable que perdamos nuestra posición privilegiada en Europa, porque hemos crecido económicamente y porque estamos incorporando a Estados más pobres que el nuestro. Nos toca hacernos mayores y contribuir al matenimiento de la casa común.
El problema que se avecina es cultural antes que económico. España es el país menos europeo de Europa, para bien y para mal. Cuando nos digan que una parte de nuestra renta va destinada al desarrollo de Lituania, muchos suspirarán por la buena época en que éramos pobres, pero mantenidos. Incluso algunos se acordarán con nostalgia de la autarquía franquista.
Habría que hacer balance. ¿Cuánto dinero hemos recibido de Europa en estos años? ¿Qué hemos hecho con él? Tengo la impresión de que hemos dilapidado la mayor parte de la fortuna que nos ha sido entregada.
Sobre el balance: España ha recibido en los últimos 20 años el 0’8% del PIB anual español -unos 100.000 millones de euros- como saldo neto de la relación con la UE. En estos años España ha crecido un 1% anual por encima de la media de la UE. El nivel de renta actual es del 90% en relación con el 68% de 1986.
También durante ese periodo, España ha pasado de tener en 1986 un 30% de importaciones y exportaciones en el PNB, a que actualmente representen el 67%.
Así lo dijo Alberto Navarro ante los miembros de la CEDE.
Hasta aquí, he dicho cuánto dinero se ha recibido de Europa. ¿Qué se ha hecho con él? A ver si hay algún experto suelto que nos lo pueda concretar -seguro que buscando informes públicos se puede concretar.
Roc, no entiendo uno de los datos. España ha pasado de un 30% de ¿importaciones? a un 67% ¿de qué?. Dame luz, por favor.
Alorza, entiendo que actualmente, las importaciones exportaciones representan un 67% del PNB.
De todos modos, te remito a un interesante documento de Alberto Navarro (http://www.realinstitutoelcano.org/documentos/191.asp) en el que expone la posición que debe tomar España para negociar las Perspectivas Fina ncieras de la UE 2007-2013. En el mismo texto se incluyen datos más concretos sobre el pasado reciente de España en su relación financiera con la UE.
Roc, pero si el valor económico de las importaciones es mayor que el de las exportaciones, creo que no vamos bien, el saldo negativo irá creciendo. Esto de momento se aguanta por las ayudas europeas. Cuando se acaben, ¿de donde saldrá el 1% del PIB español, que según tengo entendido es el valor actual de las ayudas?
Esperanza, eso es la PAC, una política que ayuda a no producir, que fomenta que los agricultores no se muevan de la tierra, que se conviertan en jardineros durante la semana y hoteleros weekend. Y eso tiene sus ventajas de sostenibilidad del sistema económico.
Para acabar, alguien puede explicar la postura Blair sobre este tema de las ayudas? Gracias.
Aquí, pues, yo, Guaipuro Cuauhtémoc, descendiente de los que poblaron la América hace cuarenta mil años. He venido a encontrar a los que se la encontraron hace ya quinientos años. Aquí, pues, nos encontramos todos: sabemos lo que somos y es bastante. Nunca tendremos otra cosa.
El hermano aduanero europeo me pide papel escrito con visa para poder descubrir a los que me descubrieron. El hermano usurero europeo me pide pago de una deuda contraída por Judas, a quien nunca autoricé verdaderamente. El hermano usurero europeo me explica que toda deuda se paga con intereses, aunque sea vendiendo seres humanos y países enteros sin pedirles consentimiento. Yo los voy descubriendo.
También yo puedo reclamar pagos, también puedo reclamar intereses. Consta en el Archivo de Indias, papel sobre papel, recibo sobre recibo, firma sobre firma, que solamente entre el año 1503 y el 1660 llegaron a San Lúcar de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata que provenían de América. ¿Saqueo? ¡No lo creyera yo! Porque es pensar que los hermanos cristianos faltan a su séptimo mandamiento. ¿Expoliación? ¡Guárdeme el cielo de figurarme que los europeos, igual que Caín, matan y después niegan la sangre del hermano! ¿Genocidio? ¡Eso sería dar crédito a calumniadores como Bartolomé de Las Casas, que calificaron el encuentro de destrucción de las Indias, o a ultras como el doctor Arturo Pietri, quien afirma que el arranque del capitalismo y de la actual civilización europea se debió a la inundación de metales preciosos arrancados por ustedes, mis hermanos europeos, a mis también hermanos de América!
¡No! Esos 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata deben ser considerados como el primero de varios préstamos amigables de América para el desarrollo de Europa. Lo contrario sería presuponer crímenes de guerra, lo que daría derecho, no sólo a exigir devolución inmediata, sino indemnización por daños y perjuicios. Yo, Guaipuro Cuauhtémoc, prefiero creer en la menos ofensiva de las hipótesis para mis hermanos europeos. Tan fabulosas exportaciones de capital no fueron más que el inicio de un plan Marshall-tezuma para garantizar la reconstrucción de la bárbara Europa, arruinada por sus deplorables guerras contra los cultos musulmanes, defensores del álgebra, la arquitectura, el baño cotidiano y otros logros superiores de la civilización.
Por eso, una vez pasado el Quinto Centenario del “Préstamo” podemos preguntarnos: ¿Han hecho los hermanos europeos un uso racional, responsable o, por lo menos, productivo de los recursos tan generosamente adelantados por el Fondo Indoamericano Internacional?
Deploramos decir que no. En lo estratégico, lo dilapidaron en las batallas de Lepanto, Armadas Invencibles, terceros Reichs y otras formas de exterminio mutuo, para acabar ocupados por las tropas gringas de la OTAN, como Panamá (pero sin canal). En lo financiero han sido incapaces después de una moratoria de 500 años, tanto de cancelar capital e intereses, como de independizarse de las rentas líquidas, las materias primas y la energía barata que les exporta el Tercer Mundo.
Este deplorable cuadro corrobora la afirmación de Milton Friedman, conforme a la cual una economía subsidiada jamás podrá funcionar. Y nos obliga a reclamarles -por su propio bien- el pago de capital e intereses que tan generosamente hemos demorado todos los siglos.
Al decir esto, aclaramos que no nos rebajaremos a cobrarles a los hermanos europeos las viles y sanguinarias tasas flotantes de un 20 por ciento y hasta un 30 por ciento que los hermanos europeos les cobran a los pueblos del Tercer Mundo. Nos limitaremos a exigir la devolución de los metales preciosos adelantados, más el módico interés fijo de un 10 por ciento anual acumulado durante los últimos 300 años. Sobre esta base, aplicando la europea fórmula del interés compuesto, informamos a los descubridores que sólo nos deben, como primer pago de su deuda, una masa de 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata, ambas elevadas a la potencia de trescientos. Es decir, un número para cuya expresión total serían necesarias más de trescientas cifras y que supera ampliamente el peso de la tierra.
¡Muy pesadas son estas moles de oro y de plata! ¿Cuánto pesarían calculadas en sangre? Aducir que Europa en medio milenio no ha podido generar riquezas suficientes para cancelar este módico interés sería tanto como admitir su absoluto fracaso financiero y/o la demencial irracionalidad de los supuestos del capitalismo.
Tales cuestiones metafísicas, desde luego, no nos inquietan a los indoamericanos. Pero sí exigimos la inmediata firma de una carta de intenciones que discipline a los pueblos deudores del viejo continente y los obligue a cumplir su compromiso mediante una pronta privatización, o reconversión de Europa, que les permita entregárnosla entera como primer pago de una deuda histórica.
Dicen los pesimistas del Viejo Mundo que su civilización está en una bancarrota que les impide cumplir con sus compromisos financieros o morales. En tal caso, nos contentaríamos con que nos pagaran entregándonos la bala con que mataron al poeta. Pero no podrán; porque esa bala es el corazón de Europa.